El sector social colombiano es diverso e informe. En un país con tantas carencias y necesidades, la presencia de organizaciones de ayuda tiende a multiplicarse. Para las autoridades, dimensionar adecuadamente esta realidad no es un trabajo fácil. El Departamento Administrativo Nacional de la Economía Solidaria (Dansocial), caracteriza a las Organizaciones Solidarias de Desarrollo (ODS) como aquellas entidades que orientan sus actividades hacia terceros y fomentan el desarrollo de actividades culturales, educativas, ambientales y servicios sociales, entre otras. Normalmente se constituyen bajo la figura de asociaciones, fundaciones o corporaciones, y tienen poca visibilidad estadística y poco desarrollo normativo, lo cual las deja en el anonimato sectorial.
Y aunque no es fácil determinar cuántas fundaciones existen y a qué se dedican, lo que sí es cierto es que todas requieren de la captación de recursos para su supervivencia. De acuerdo con el investigador norteamericano S. Weinstein, las organizaciones sin ánimo de lucro obtienen ingresos de tres grandes fuentes: la venta de bienes y servicios, que proporcionan cerca de 50% de los ingresos para funcionamiento, las donaciones y financiación de proyectos por parte de los gobiernos y de los organismos multilaterales de cooperación, que pueden proveer un 25%, y las donaciones privadas, que completan el resto de la torta. En el caso colombiano, la mayoría de los ingresos de las fundaciones provienen de sus propias actividades y de las donaciones privadas, pues los recursos del gobierno y de las agencias de cooperación solo están al alcance de una selecta minoría.El reto para las fundaciones en Colombia es grande, pues existen numerosas organizaciones compitiendo por pocos donantes. Y en ese punto, la innovación en materia de captación resulta clave para ganarse un espacio en el mercado. Estrategias convencionales como las cartas de solicitud de donaciones, los días dedicados a una causa, los eventos deportivos y banquetes especiales, las solicitudes de donaciones en cajeros automáticos y en las cajas de los supermercados, están llegando a un límite de saturación. Insistir en lo convencional no solo es desgastante sino bastante costoso. Solo basta pensar en cuánto se invierte en papelería e impresos, que en buena medida terminan siendo parte del reciclaje.
Innovación en captación
Frente a unos donantes escasos y multiplicidad de causas significativas que merecen apoyo, la solución está en pensar por fuera del cuadro. Y cuando eso sucede, realidades que parecen inconexas se convierten en mecanismos estables de generación de ingresos. Por ejemplo, ¿Qué tiene que ver el cáncer con el material reciclable? Aparentemente nada, pero para la Fundación Sanar, esta relación constituye cerca del 30% de los ingresos que requiere para su funcionamiento.
El cáncer es una enfermedad ruinosa que afecta no solo a quien lo padece sino a todo su núcleo familiar. Y cuando se trata de cáncer infantil, la situación es más dolorosa, porque no existe infraestructura médica ni hospitalaria suficiente para atender en debida forma estos casos. Se trata de una enfermedad que es identificada en 2.200 niños cada año, y donde la cifra de supervivencia, según datos nacionales, no supera el 50%.
Frente a esta situación, Sanar, una organización sin ánimo de lucro, desde hace casi 30 años se ha dedicado ayudar a niños, niñas y adolescentes de bajos recursos que padecen cáncer, brindando apoyo integral a los pacientes y sus familias durante el periodo del tratamiento con programas de asistencia médica, psicológica y social. La organización busca atender cada año a 500 niños en Bogotá, y para ello cuenta con al menos tres fuentes de recaudación de ingresos: donaciones en dinero, donaciones en especie y un programa de generación de ingresos a partir del reciclaje. Este último se ha convertido en algo emblemático, pues desde hace siete años la fundación recolecta tapas de plástico para venderlas a centros de reciclaje y con el producido financia parte de su funcionamiento.
La campaña que desarrollaron se llama “Tapas de Vida”, y hoy en día es un referente en colegios, empresas, y otras instituciones, porque supo movilizar niños y adultos uniendo el concepto del reciclaje con una función social. El año pasado, la fundación obtuvo un Guiness Record por la recolección del mayor número de tapas en ocho horas. Se recogieron 156 toneladas de tapas, incluyendo donaciones corporativas como la de Pacific Rubiales, que hizo entrega a Sanar 6.6 toneladas de tapas recolectadas en los campos petroleros de Rubiales y Quifa. Hoy en día, la campaña maneja una alianza con la empresa del Estado 4-72 para que cualquier persona pueda llevar sus tapas a las oficinas postales y ellos, de manera gratuita, las entreguen a la fundación.
Este es un ejemplo sobre el derrotero que pueden seguir las organizaciones sin ánimo de lucro. Las estrategias de captación de recursos pueden ser tantas como el número de causas legítimas, pero para que ambas funcionen se requiere ir más allá de los esquemas convencionales. La innovación, en materia social, es el mejor recurso para garantizar la supervivencia. Y más cuando se compite por un escaso número de donantes.
Fuente: elespectador.com
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